miércoles, abril 12, 2006

EL CONVENTILLO

Nuestro paseo por el Buenos Aires de ayer nos lleva a referirnos a un sitio ligado a su historia: “El conventillo”. Claro esta que ya no existen como en antaño aunque por ahí si recorremos algún barrio puede que encontremos todavía alguno. José Gobello, llama conventillo en el diccionario Lunfardo a “un lugar o casa de la vecindad de aspecto pobre y con muchas habitaciones, en cada una de las cuales vivía una o varias personas". Y datos históricos irrefutables nos sitúan en el año 1800 ¿Por qué?
Sencillamente, porque fue por entonces en que Buenos Aires comienza a recibir a inmigrantes que eligieron la Argentina y nuestra ciudad como el lugar para imaginar un destino mejor.

El centro de la ciudad, por aquella época, tenía como límites, la Catedral, las parroquias de Monserrat, San Miguel, San Nicolás y La Piedad; con suburbios que se extendían hacia San Cristóbal, Balvanera, Palermo, San Telmo, San Juan Evangelista y Santa Lucía

Cobijar la gigantesca llegada de aquellos hombres y mujeres que traían a sus hijos incluso era complicado. Y fue el Hotel de Inmigrantes, en cercanías del puerto de Buenos Aires, el lugar más propicio para que se instalaran. Pero al quedar abandonados los caserones del sur de la ciudad a raíz de las epidemias de fiebre amarilla, muchas familias se albergaron en casas con un patio central
San Telmo, Monserrat, San Cristóbal fueron los primeros refugios. Faltaban habitaciones y se fueron armando pequeñas casas de madera y de chapa en las orillas del Riachuelo. Así surgieron los conventillos. Claro que todo era pobreza. No había luz eléctrica, sólo lámparas a querosene o de aceite. Varias piezas, con puertas que daban siempre a un patio común. Y, por supuesto, tan sólo un baño para compartir porque para más no había.
Elías Castelnuovo, periodista del diario "La Protesta", cuenta en sus Memorias, que en la calle Belgrano entre Defensa y Bolívar, al lado de la casa donde vivió el general Belgrano, estaba la casona de un señor, muy rico, cuyo apellido era Constanzo. Según Pastor Obligado, era llamada "la casa de las abadesas". Esa casa terminó siendo un conventillo que, por la heterogénea procedencia de quienes lo habitaban lo conoció como el conventillo “Las Catorce provincias”.
Escritores como Juan Carlos Benitez describieron a personajes como “El Cívico" y "La Moreira". Estos vivían en un conventillo de la calle Sarandí entre Cochabamba y Constitución. El Cívico, cuenta la historia, era un hombre de buena presencia, astuto, sanguinario, enfrentaba sin rodeo al adversario. Distinguido, proclamaba su adhesión a Leandro N. Alem y de allí su apodo. Recorría la noche desde lugares cercanos como lo de "María la Vasca" en la calle Europa (hoy Carlos Calvo) y Jujuy, hasta lo de Hansen en Palermo. Su mujer, "La Moreira", trabajaba en el "Café de la Pichona" en Pavón entre Rincón y Pasco.La vida en el conventillo no era fácil. Sus ocupantes vivían hacinados en esas casas que alguna vez albergaron la opulencia y quizá algún paso de minúe. En los conventillos todo podía ocurrir.

PEDRO MAFFIA

Nació el 28 de Agosto de 1899

De pequeño se unió a la música. Primero con un acordeón que le regaló su padre y como los progresos eran evidentes, sus padres lo mandan a estudiar piano al Conservatorio Williams (Sucursal Flores), para que se perfeccione en Teoría y Solfeo. Aunque el piano no le llamaba mucho, puso tesón y al cabo de 6 años ya era profesor.

Su papá lo llevó a un café donde Juan “Pacho” Maglio, con su bandoneón, hacía las delicias del público. Fue tal el encantamiento de Pedro al ver tocar ese bandoneón y los sonidos que de el extraía Pacho que no dudó que ese era el instrumento que quería aprender a tocar. Una noche de Reyes le devolvió ese fueye que tanto ansiaba. Amos a primera vista ¿No?

Y comenzó a estudiar de la mano de José “Pepín” Piazza el instrumento que hace que lo recordemos como uno de los mejores intérpretes de todos los tiempos del tango. Piazza le enseñó de oído los tangos de Villoldo, Ponzio y Bevilaqua y Pedro fue modelando el estilo que lo marcaría para toda su vida

Allá por el año 1900, tocaba en fiestas, cafés y ferias pero debido a su corta edad no se tomaba muy en serio lo que hacia "El pibe de Flores" (tal era su apodo para ese entonces). Eso hizo que decidiera por sí solo hacer una gira por el interior del país como solista y sin tener que seguir las instrucciones de ningún conjunto.
En esa gira lo escuchó el guitarrista José Ricardo quien mediaría para que Roberto Firpo lo incorpore a su orquesta, siendo éste su gran salto a la fama. Después vendrían los tiempos con el sexteto de Juan Carlos Cobian y luego con Julio De Caro.

Profesor de bandoneón en un conservatorio que dirigió junto a Don Sebastián Piana. Integró el famoso grupo "Los cinco ases Pebeco", junto a: Pedro Laurenz, Ciriaco Ortiz, Carlos Marcucci y Sebastian Piana. Entre sus cantores se encontraron: Francisco Fiorentino (Fiore), Héctor Pacheco y Pedro Lauga.

Como compositor realizó obras como "Pelele" que nos está acompañando. "Triste", "Diablito", "La Mariposa"; "Amurado", "Sentencia", "Amarguras", "Pobre gallo bataraz", "Pura maña", "Noche de reyes", "Te aconsejo que me olvides", "Organito de mi barrio", "Ventarrón", "Mangangá" y una lista sin fin. Un creador, sin duda alguna, que “Con Tango, Historias”, no podía dejar de evocar