martes, julio 25, 2006

En este nuevo paseo de Con Tango, Historias, los invitamos a recorrer “El jardín de la Ciudad”. ¿Ya sabe de que barrio vamos a hablar hoy? De Villa Devoto.
Con más árboles que cualquier otro barrio de la ciudad, Devoto nos muestra hermosas casas de amplios jardines cubiertos de flores de bellos colores.
Las calles de Devoto son silenciosas. Caminar por esas veredas por donde el sol se cuela entre las hojas de los árboles, hace respirar un aire distinto. Será por eso que quienes nacieron o crecieron en Devoto no lo cambian por ningún otro barrio. Pareciera que el apuro y los ruidos del resto de la ciudad no llegan aquí.
El barrio se llama así en homenaje a Don Antonio Devoto, un italiano dueño de esas tierras, poseedor de una de las fortunas más grandes del país y de Sudamérica. Este hombre ayudó mucho a Italia durante la primera guerra mundial, y por ello el Rey Víctor Manuel III le otorgó el título de Conde.
Construyó en la Villa la mansión más grande y lujosa que se conociera en esa época, conocido como Palacio Devoto en la cual se alojó el príncipe Humberto de Saboya en su visita a Buenos Aires. La mansión fue construida sobre la Av. Nacional (hoy Salvador María del Carril) y ocupaba una superficie de 10.238 metros cuadrados. La orfebrería del palacio era de bronce y plata, la pintura de los techos descansaba sobre fondos de oro, los hierros eran forjados en Italia y los mosaicos todos fiorentinos. Sin embargo, nunca pudo ser habitado por su dueño, porque murió en 1916, antes de terminada la obra. Como Devoto no dejó descendientes, nadie quiso comprar esa mansión pues sus líneas arquitectónicas no correspondían con el común de las casas de la zona.
El palacio era tan enorme y caro, que no existían en la Argentina compradores para él, finalmente fue demolido en 1938 y se hace un loteo del predio. Cuenta la leyenda que Don Antonio Devoto, durante la obra, enterró allí una enorme fortuna. Esa fortuna nunca apareció.
Mejor suerte corrió la primera casa que habitara Antonio Devoto, que ocupa la manzana comprendida en las calles Salvador M. Del Carril, Gualeguaychú, Nueva York y Mercedes donde actualmente funciona una escuela que lleva su nombre. Esta manzana se encuentra frente a la Plaza Arenales y los terrenos necesarios para esa plaza y para la estación del ferrocarril también fueron donados por Don Antonio.
Entre las tantas residencias destacables de la época hay una cuyo exterior aún se conserva y es la "Casa de la Villa", de estilo itálico. Tiene preciosos jardines muy bien diseñados, con enrejado de la época y una perfecta iluminación nocturna. Actualmente es usado como salón de fiestas.Todavía se conserva parte de lo que fuera la quinta del inglés John Hall, famoso por su invernadero de orquídeas, las mejores a nivel internacional. Este inglés se dedicó al comercio de té y de whisky al por mayor con un gran éxito comercial. Enamorado de la zona se afincó en el lugar , muy solitario, no formó familia, pues aseguraba que el casamiento sería una traba para el cuidado de sus orquídeas. Era anglicano pero aquí se convirtió al catolicismo, siendo un ferviente devoto al punto que habilitó una capilla que fue el primer sitio de oración pública frente a su casa de Habana y Bahía Blanca. Su Villa fue frecuentada por ilustres personalidades como el general Roca, el Príncipe de Gales, el doctor Marcelo T. De Alvear. Murió en 1936 donando su fortuna al personal de servicio y su residencia a la Universidad de Buenos para fundar allí la escuela de botánica. Fue sin duda un gran benefactor y hoy funciona en el lugar el Instituto de Botánica y Zoología de la UBA y la Escuela Menor de Floricultura y Jardinería que lleva su nombre.

En Villa Devoto, en la calle José Cubas, funciona desde 1915 la Facultad de Teología, Filosofía y Derecho Canónico. Muy cerquita se construyó el Seminario Menor Metropolitano de Buenos Aires. Allí se forman los seminaristas de la Arquidiócesis de Buenos Aires.

Y el barrio también tiene su parte fea y oscura. Tres manzanas ocupa la Cárcel de Encausados, la Cárcel de Devoto. El edificio es feo, desagradable, y desvaloriza a esta zona de tan lindo barrio.

Cuentan por ahí que en la calle Simbrón al 3800 había una casa de inquilinato donde vivía doña Rosa de Franchini quien cuidó de pequeñito a Carlos Gardel mientras Berta, su madre, planchaba ropa. Cuentan que el cantor visitaba frecuentemente el inquilinato por el cariño que le tenía.
Lindo barrio, Devoto.