RECOLETA
El barrio de la Recoleta es un tradicional barrio porteño. Y desde siempre al barrio se lo conoce con el nombre de“Barrio Norte”.
A fines del siglo XVIII, las extensas chacras y quintas de la zona que lo formaron, comenzaron a dividirse y ser edificadas. En los primeros momentos de este barrio, a sus terrenos o lotes se lo denominaba "suertes" y uno de los primeros dueños de algunas de estas suertes fue el propio Juan de Garay. El primer vecino fundador y alcalde de este lugar fue el Dr. Rodrigo Ortiz de Zárate y según algunos datos anecdóticos de esta época, su hijo vendió sus tierras a un capitán francés por unas ropas, es decir, no consideró que este lugar tuviera valor alguno y luego éste, como no le interesaban este tipo de posesiones, las permutó en el año 1608 por una tenaza, una peluca y un abrigo común. Poco después de este hecho se iniciaron los trámites para la construcción de un convento para los padres Recoletos y un comerciante aragonés llamado Narbona, se interesó por la construcción del mismo y además por hacer también una iglesia. Primero, logró que le donaran los terrenos, luego edificó una gran casa Por ser de Aragón, Narbona hizo que la iglesia fuera dedicada a la Virgen del Pilar.Toda la zona que rodeaba el Convento era ocupada por grandes quintas formadas por una casa principal espaciosa y baja, con columnas recubiertas por plantas de Santa Rita, Jazmín del país o mosqueta y como un lujo el famoso mirador. Más al fondo se hallaba la sección de peones y esclavos. Todos estos edificios se rodeaban de árboles de sombra y frutales. Los jardínes eran motivo de orgullo de sus dueños. Los cercos exteriores tenían generalmente plantas espinosas o tupidas. Si a la Capital Federal se la destacó siembre por su gran encanto y variedad de árboles, La Recoleta es uno de los mejores ejemplos, ya que algunos tienen más de 200 años de antigüedad entre los que destacan los dos gomeros localizados frente a la Iglesia del Pilar. Estos dos hermosos árboles son apreciados en todo su esplendor desde uno de las esquinas más famosas del barrio donde se encuentra El Café de la Biela. Al aumentar la edificación y establecerse el matadero proliferaron los llamados “orilleros”, que se juntaban en las pulperías y reñideros de gallos de sus cercanías, convirtiéndolos en clubes populares, donde pasaban el tiempo entregados a la bebida, oyendo payadas, jugando a la taba o a las cartas, y discutiendo asuntos del día que despertaban su interés.Esos lugares servían también para que vagos y maleantes se reunieran con el fin de concertar alguna fechoría a realizarse en lugar más o menos cercano, descontando la impunidad merced a los recursos para esconderse y escapar, que ofrecían la oscuridad del barrio, los huecos, túneles y zanjones existentes.Por todo ello, desde el anochecer, salvo en caso de necesidad ineludible, nadie cruzaba por allí, temeroso de sufrir un asalto o, por lo menos, pasar un susto dado por ratero o bandidos, quienes se valían de cuanto medio puede imaginarse para alcanzar el logro de sus empresas, explotando especialmente la ignorancia y la superstición del vulgo, que permitían crear y divulgar leyendas y patrañas.
La calle larga de la Recoleta, hoy Av. Quintana, comunicaba el Convento de los Recoletos con la ciudad. Era la más relevante del barrio, oscura de noche y pintoresca de día, de aspecto pobre, tenía un ancho desigual, no tenía cercas, y estaba bordeada por canaletas que transportaban el agua de lluvia
La que todos conocemos como Av. Las Heras, se llamaba Calle de Chavango . Era la segunda calle más importante, y tenía su origen en la actual plaza Vicente Lopez. Se ignora el origen del nombre, pero se cuenta una divertida anécdota cuando el intendente Torcuato de Alvear dictó la ordenanza para cambiar su nombre a Av. Las Heras. Dicen que al ser conocida su resolución recibió un memorial firmado a nombre de la viuda de Chavango y sus hijos en protesta por semejante ultraje. Esto motivó toda una investigación sobre ese supuesto héroe desconocido, quien resultó ser un personaje inventado por el Dr. Lucio López para hacer una broma a Alvear.
La Calle Bella Vista , hoy Av. Alvear, fue una de las últimas en formarse, no obstante pronto sobrepasó el lujo y animación a las otras. Paralela a la Calle Larga desde Juncal hasta Callao, se leía en el plano de 1772 "Callejuela que se debe cerrar por inútil e infructuosa". En 1882 ya estaba prolongada hasta unirse con la bajada de la Recoleta.
La Calle Callao fue considerada por Bernardino Rivadavia la Av. de circunvalación de la ciudad, por lo cual se diseño más ancha. Cruzaba una parte bastante poblada y seguía al norte entre las quintas que a veces la interrumpían torciendo su trazado. Se abrió en todo su recorrido hacia fines del siglo pasado.
El Bajo de la Recoleta era la zona que se extendía entre el camino del bajo y el río. Allí se reunían a realizar sus tareas las lavanderas y se comentaban todos los secretos de las familias porteñas. Luego el ferrocarril y la urbanización ocuparon este lugar
El 8 de julio de 1822 se dispuso destinar una parte del huerto que fuera de los frailes recoletos para construir un enterratorio general, llamándose Cementerio del Norte, aunque para todos fue y sigue siendo, el de "La Recoleta". Recordemos que durante la colonia no había cementerios. Los muertos se sepultaban en los templos. Elegir un recorrido en esas cuatro manzanas no es tarea fácil. Podemos encontrar, en un discreto mausoleo con el nombre de la familia Duarte, los restos de Eva Perón, o los de Miguel Estanislao Soler, ilustre guerrero de la independencia; de Domingo Faustino Sarmiento, político argentino, escritor y presidente de la república y otros tantos personajes destacados de nuestra historia.
El Palais de Glace, la Facultad de Derecho, el Museo de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional, son sólo algunos de los edificios importantes de este barrio.
El Hotel Alvear Palace, que fue considerado "Patrimonio Arquitectónico e Histórico de la Ciudad" por la Dirección General de Planeamiento Urbano del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires durante el año 2005, vuelve a lucir como en el año 1932. Está situado en una de las pocas zonas de la Ciudad de Buenos Aires declaradas "Área de Protección Histórica" compuesta por la Avenida Alvear y su entorno.
El Palacio Pizzurno fue declarado monumento histórico nacional el 13 de enero de 2006. Fueron declarados también lugares históricos la plaza Jardín de los Maestros, situada frente al ministerio, y la plazoleta Petronila Rodríguez, ubicada en la esquina de Paraguay y Rodríguez Peña.
Si bien nunca cantó en el Palais de Glace, Carlos Gardel concurría allí para escuchar. Cuenta una anécdota, que en el año 1915, mientras festejaba allí su cumpleaños, Gardel fue invitado a pelearse en la calle a punta de cuchillo por causa de una mujer. Un miembro de la barra contraria le descerrajo un tiro que se alojo en el tórax. años más tarde, cuando murió, la autopsia encontró el proyectil y de allí surgió la leyenda de que Gardel había sido baleado en el avión que cayó en Medellín.
Y para ir terminando nuestro paseo por la Recoleta, les voy a contar una historia de las tantas que tiene Buenos Aires. David Alleno, un inmigrante italiano, fue cuidador del cementerio de La Recoleta durante 29 años y también participó de la construcción de alguna de las bóvedas. Desde que ingresó a trabajar en La Recoleta tuvo el deseo de que esa fuese su última morada, así que compró una pequeña parcela, construyó la tumba, y luego ahorró el dinero necesario para adquirir una estatua que lo representase. Cuando tuvo lo necesario, viajó a su Génova natal para que esculpiesen su figura, y cuando estuvo terminada volvió con ella a Buenos Aires. Él mismo instaló la imagen en lo que sería su sepultura, y cuenta la leyenda que cuando estuvo satisfecho con el resultado se suicidó para descansar en ella eternamente. Corría el año de 1910. Desde hace décadas, los serenos cuentan que por la noche se oye en las laberínticas callecitas del cementerio el suave tintineo del manojo de llaves que Alleno llevaba colgado en el cinturón para entrar a revisar las bóvedas.

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