jueves, marzo 16, 2006

LA BOCA


Nos toca hoy recorrer un mundo distinto, un barrio típico de inmigrantes de los más diversos orígenes: griegos, yugoslavos, turcos e italianos, sobre todo genoveses: LA BOCA o LA BOCA DEL RIACUELO, como se la llamó al principio.

Desde los primeros tiempos La Boca del Riachuelo fue el puerto natural de Buenos Aires, pero era poco profundo y a ello se le sumaban los bancos de arena. Esto traía dificultades a los navíos de gran calado. Hubo muchos proyectos hasta que a fines del Siglo XIX se creó el nuevo puerto, proyecto del Ing. Madero, más al norte, lo que hizo que el Riachuelo se deteriorara progresivamente. Aún así, no se puede pensar en La Boca sin pensar en el Riachuelo.

La Boca es un barrio con personalidad. En sus comienzos, sus casas fueron de madera o de chapa, ambas con balcones de hierro. El colorido del barrio, cuenta la historia, se debe a que los marineros llevaban a sus casas sobrantes de pintura porque ésta era muy costosa. Pero la pintura que llevaban era poca y no alcanzaba para pintar toda la casa del mismo color.

Muchos de los habitantes del lugar fueron progresando económicamente, pero como amaban el barrio, se quedaron y fueron construyendo edificios en ladrillo revocado. Así aparecieron las casas de dos plantas, con mamparas con vitrales o vidrios de colores neutros, verdes, rojos o azules, y los techos decorados.

La Boca tiene una zona de actividades portuarias que es la correspondiente a la ribera. La parte más visitada es la Vuelta de Rocha, donde puede observarse el Puente de la Boca en el que se inspiró el maestro Quinquela Martín.

Otro lugar pintoresco de La Boca es la calle Necochea, luminosa y famosa por sus cantinas, bares y fondas.

La calle Magallanes nace en la Vuelta de Rocha y en su primer tramo numerosos artistas plásticos han instalado sus propios talleres, al igual que los maestros del pasado.

La Vuelta de Rocha, lugar histórico, asiento de la armada creada por el Alte. Brown en las guerras de la Independencia, es el más pintoresco recodo del Riachuelo. El “Vapor de la Carrera” que diariamente unía Buenos Aires con Montevideo se convirtió en una tienda de regalos, antigüedades y restaurantes.

En La Boca nos encontramos con la Plazoleta de los Suspiros, en el cruce de Vuelta de Rocha y Magallanes. Le debe su nombre al recuerdo de los suspiros de los viejos navegantes que desde tierra extrañaban el pasado. La plazoleta tiene forma de nave, consta de un mástil de barco lleno de placas conmemorativas y elementos marinos: un ancla, una campana. Está realizada en granito y cemento y tiene un busto del Almirante Brown.

La Plaza Alte. Brown es una de las más antiguas de la ciudad. Fue inaugurada en 1897 y tiene en su centro una fuente: “Glorias Navales”.

La calle Caminito, la peatonal de apenas 100 metros. En ella no hay puertas. Algunas ventanas, algún balcón lleno de plantas y de ropas colgadas para secar. Las paredes están pintadas en diferentes colores, donde hay todo tipo de murales, cerámicas y adornos. Al principio era simplemente un ramal del ferrocarril lleno de tierra, yuyales y piedras. Luego se convirtió en un “caminito” que acortaba distancias. Caminito por el que cada día pasaba Juan de Dios Filiberto, quien luego escribió el tango que lleva su nombre.
Hoy es una zona visitada por turistas extranjeros y argentinos de todo el país.

La Boca cuenta también con varios museos:

La Fundación Proa, en una vieja casona reciclada, a metros de Caminito, donde se exponen obras de arte y arquitectura de destacadas personalidades.

El Museo de Cera: en sus salas se exponen dioramas de tamaño natural realizadas por el experto en ceroplástica Domingo Tellechea.
Este museo fue declarado de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y también por el Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires por su aporte al conocimiento de nuestra historia.

Y por supuesto, no podemos olvidar al Club Atlético Boca Juniors. El primer color utilizado en la camiseta fue el celeste, nos cuenta el periodista Diego Fucks en su libro “El Libro de Boca”. La mantuvieron por unos años y más tarde la cambiaron por otra celeste oscuro con una banda diagonal en celeste claro. Y hasta tuvieron un juego de camisetas de lana a rayas finitas azules y blancas, pero en un partido contra Boedo observaron que tenían los mismos colores. El asunto se definió con un buen partido de fútbol, pero Boca perdió y tuvo que cambiar el diseño.
La camiseta que conocemos hoy se inspiró en la chimenea del barco pintada con la bandera de Suecia, azul con dos rayas amarillas en forma de cruz. Primero la franja amarilla se colocó en diagonal. Más tarde se dispuso horizontalmente, como la que usa en la actualidad.

Y también River Plate nació en La Boca. Primero se llamó “Rosales”, en homenaje a una goleta hundida, luego “Santa Rosa” y finalmente River Plate, nombre que, dicen, tomaron de unos cajones amontonados en el puerto de La Boca.

¡La Boca tiene tantas historias! Pero tal vez la más llamativa sea la que nos cuenta que el Barrio de La Boca fue una República Independiente. Los habitantes de la zona eran mayoritariamente genoveses. En 1882, a partir de una huelga en la que intervino el Estado Nacional para zanjar diferencias entre las partes, la Sociedad Italiana resolvió que el Estado Argentino no debía meterse en asuntos de italianos y se procedió a constituir La República Independiente de La Boca, se redactó un acta para informar al rey de Italia y hasta se llegó a izar la bandera genovesa en una plaza cercana. Cuando el Presidente Julio Roca supo de esto, se dirigió al lugar y con sus propias manos arrió la bandera y convenció a los disidentes para que depusieran su actitud.

Para finalizar, les cuento todos los nombres que tuvo el Riachuelo. En la primera fundación se le llamó Río de los Querandíes y Río Pequeño; más tarde Río Matanza, Río de Buenos Aires y en 1580 Riachuelo. Poco tiempo después fue el Riachuelo de los Navíos. También, y por desconocimiento del idioma por algunos viajeros, fue el Río Chuelo y el Río Achuelo de Barracas.

ASTOR PIAZZOLLA

“Con Tango, Historias” recordó el 11 de marzo, que hace 82 años nacía en mar del Plata Astor Piazzolla. Sus padres eran Vicente “Nonino” Piazzolla y Asunta Manetti. Y cuando Astor tenía cuatro años, se radicaron en Nueva York.

Siendo un niño de 9 años, su papá le regaló un bandoneón que había comprado en un negocio del puerto por apenas 18 dólares. Astor empezó a estudiar, pero lo que más le gustaba era el jazz.

Con tan sólo 11 años compuso el primer tango: “Paso a paso hacia la 42” (La Catinga) y a los 12, en la radio, tocaba a Mozart, Bach, Rossini y otros clásicos.

Un año más tarde, actuó en “El día que me quieras” con Gardel. Hizo de canillita, ¿se acuerdan? Y también tocó en la orquesta que acompañó a Gardel en esa película.

Luego regresó de EEUU junto con su familia. Se quedó en Mar del Plata unos meses y se vino a Buenos Aires, donde comenzó a tocar en orquestas poco conocidas hasta que actuó con Miguel Caló. Más tarde fue bandoneonista de Aníbal Troilo, hasta que en 1944 se desvinculó de Troilo para dirigir a la orquesta que acompañó a Francisco Fiorentino como solista.

Se podría decir que Astor Piazzolla revolucionó el tango cuando dirigiendo su propio conjunto en 1946 inició el movimiento vanguardista.

En 1954 ganó el concurso de Fabián Sevitzky presentando su “Sinfonía Buenos Aires”, obra que fue dirigida por Sevitzky por Radio del Estado desde el Aula Magna de la Facultad de Derecho. La obra gustó a mucho público pero disgustó a los tangueros ortodoxos.

Ese mismo año viajó a París con una beca para estudiar composición con Nadya Boulanger y antes de volver grabó varios temas: Prepárense, que escuchábamos como cortina, Picasso, Imperial, entre otros.

Al volver de París, Piazzolla formó un octeto que estaba integrado por Francini y Baralis en violines, pansera en bandoneón, Bragato en violonchello, Nicolini en bajo, Malvichino en guitarra eléctrica y Atilio Stampone en piano.

En 1960 creó otro conjunto que era una verdadera selección: Vardaro, Agri, Malvicino, López Ruiz, Kicho Díaz, Osvaldo Manzi y Cacho Tirao.

Se vinculó con Borges en su LP “El Tango” y Horacio Ferrer le puso los textos a su ópera “María de Buenos Aires”. Y junto con Ferrer, comenzó a componer otros temas para la voz de Amelita Baltar.

Fue entonces cuando alcanzó mayor difusión y un éxito popular y masivo, especialmente con “Balada para un loco”.

Compuso también temas distintos al tango, musicalizó varias películas y actuó en el Festival de Jazz de Montreal, en Canadá.

“Adiós Nonino”, un homenaje a su padre, “Invierno Porteño”, “Buenos Aires hora cero”, “Decarísimo” y “Chiquilín de Bachín” son apenas unos pocos de sus tantos títulos.

El 4 de julio de 1992, Astor Piazzolla murió, un año después de sufrir un derrame cerebral.

Fue un músico discutido, sin embargo, su talento lo hizo traspasar los límites de la Argentina. Uno de los más importantes músicos que nuestro país le dio al mundo.

Daniel Binelli, bandoneonista, compositor y director musical de reconocida trayectoria internacional, convocado especialmente por Piazzolla en 1989 para integrar su Sexteto Nuevo Tango, dejó su recuerdo en la evocación que “Con Tango, Historias”, dedicó a Don Astor:

Recuerdo a Astor como un ser absolutamente impredecible, con una capacidad y un talento excepcional y un hombre que tenía la chsipa del talento creativo a través del cual, de pronto, a los músicos, los llevaba al terreno que él quería y generalmente elegía lo que para él era lo mejor…Era un hombre que tenía una tremenda disciplina en el trabajo y después, cuando terminaba el trabajo, era otra persona…”.
Binelli redondeó su recuerdo con una frase categórica:: “Creo que Astor Piazzolla fue el hombre que innovó el tango”.