miércoles, enero 31, 2007

CARLOS BAHR

Como lo hacemos habitualmente, desde "Con Tango, Historias" evocamos a quienes han sido compositores e intérpretes del Tango y que han marcado a fuego con sus composiciones distintas épocas de la música que nos identifica a los porteños y más, por supuesto, a todos los argentinos.
Uno de esos compositores fue Carlos Bahr. Junto a otros como Homero Manzi, Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo, José María Contusi, Enrique Santos Discépolo y Francisco García Jiménez, contribuyó a darle al tango un contenido poético de enorme sensibilidad.
En las letras de sus numerosas creaciones hay un sello personal: Hay la emoción, calidez y un léxico directo. Comenzó su variada producción como autor en 1934 y poco tiempo después es que integró junto a ese conjunto de compositores que recordábamos hace instantes, en uno de los autores más fecundos.
Hay una sucesión de tangos que le pertenecen y que surgieron en un lapso, si se quiere, relativamente corto. Tan sólo en algo más de una década, entre 1940 y 1955.
Dónde se pueden descubrir los rasgos de esa excelencia de Carlos Bahr: en "Mañana iré temprano", con música de Enrique Francini, "Si no me engaña el corazón", con Mauricio Mise, "Motivo Sentimental", con Emilio Brameri, "Soledad la de Barracas", junto a Roberto Garza, "Equipaje" y en "Tango y Copas", en ambos casos con música de Héctor Artola o "Corazón no le hagas Caso", con Armando Pontier.
Pero la trayectoria, la creatividad de Carlos Bahr la encontramos también en otros éxitos, sencillamente rotundos: "Es hora de vivir", "Triste Flor de Fango", "La Canción Inolvidable", "Desconsuelo", "No me debes ni te debo".
Hay que admitirlo: es imposible seguir con la lista de composiciones que junto a músicos de igual estatura en lo que a la capacidad poética se refiere, le han dado al tango creaciones inolvidables.