martes, marzo 28, 2006

CAFE DE LOS ANGELITOS


Que no nos gane la ansiedad. Ya falta muy poco. Dicen que es inminente. Las puertas del Café de los Angelitos, bar de Gabino y Cazón, se abrirán para regocijo de los porteños y del barrio de Balvanera. Si en esa esquina de Rivadavia y Rincón volverá a mostrarse majestuoso y se convertirá en el más antiguo de Buenos Aires, después del Tortoni.

Se anticipa y es bueno que lo sepamos que no sólo en sus mesas habremos de poder reunirnos nuevamente los porteños y los que vengan de otros sitios y hasta de otros países porque sí, se trata de otro de los símbolos de nuestra Buenos Aires. También allí se escuchará y se bailará tango.

Desde su cierre hasta hoy han pasado 14 años pero si 20 años no es nada, mucho menos son 14 para esperar el reencuentro. La obra para recuperarlo llevó 4 años de trabajo.

De aquel café que fue fundado en 1890 y que entonces se llamó Bar Rivadavia y que inmortalizaron Cátulo Castillo y José Razzano en su tango interpretado por primera vez en 1944 por Alberto Marino con la orquesta de Aníbal Troilo, habitué de sus mesas, por otra parte, queda hoy su mística. Pero por poco que haya quedado de lo que fue, tan sólo volver a tenerlo entre nosotros alcanza.

Aunque hoy la arquitectura del lugar en su fachada respeta algo del café que cerró hace algo más de una década, todo será en verdad nuevo, según nos anoticiamos a través del arquitecto José Luis Bertot, encargado de la última etapa del proyecto que nos permite recuperar este emblemático café porteño.

El Café de los Angelitos nació en 1890, cuando el italiano Batista Fazio fundó el Bar Rivadavia, en la esquina de esa avenida con Rincón, un negocio que por aquel entonces apenas tenía piso de tierra y que durante los primeros años se caracterizó por las cotidianas rencillas entre malevos, parroquianos habituales de esa esquina porteña.
Cuando en 1919 lo adquirió don Angel Salgueiro en la suma de setenta y cinco mil pesos, ya habían hecho famosa la esquina las presencias de Gabino -el negro payador del Himno a Paysandú-, Higinio Cazón, José Betinotti, José Razzano, Carlos Gardel, Roberto Cassaux, Florencio Parravicini y los prohombres del socialismo argentino que tenían su Casa del Pueblo cincuenta metros más al oeste por la misma calle Rivadavia.

Quien bautizó al lugar sin quererlo fue un comisario de Balvanera, que antes de iniciar su diaria ronda nocturna decía: "Vamos a ver si nadie se salió de la vaina en el café de los angelitos". En 1992 el lugar bajó definitivamente las persianas después de que varios intentos fallidos procuraron hacerlo perdurar. El café había perdido su antigua magia. Tan sólo cuando se abran sus puertas habrá de recuperarla y los porteños podremos emocionarnos, recordar y volver a disfrutar.